1. Definición del alcoholismo
2. ¿Considera tener problemas con su manera de beber?
3. ¿Cambiar el espíritu dentro de la botella por el que estaba en el cielo?
4. ¿Por qué las personas, ya restablecidas, permanecen en AA?

5. Ciudad de México Junio de 1997, 1a. Reunión Internacional de Servicios Mundiales
6. ¿Cómo establecer contacto localmente con AA ?
7. Referencias de AA al nivel mundial
8. La Versión española del libro "Alcoholics Anonymous" EL LIBRO AZUL

¿Qué es el alcoholismo?

Si no puede renunciar al alcohol aunque lo desee sinceramente, o si es incapaz de detenerse cuando bebe, entonces es probable que usted sea alcohólico. Si este es el caso, su mal podría ser de aquéllos que sólo pueden ser vencidos por una experiencia espiritual.

¿Considera tener problemas con su manera de beber?

Estamos dispuestos a quitarnos el sombrero ante la persona que, habiendo demostrado una sola vez que era incapaz de controlar el alcohol, pudiese posteriormente consumirlo de manera normal. Sólo Dios sabe los numerosos y pacientes esfuerzos que hemos hecho por intentar beber ¡ como todo el mundo !

He aquí algunos de los métodos que intentamos: Beber solamente cerveza; limitar el numero de copas; nunca beber solos; nunca beber por las mañanas; beber solamente en nuestra casa; no tener alcohol en casa; no beber durante las horas de trabajo; beber solamente en compromisos sociales; cambiar de whisky a brandy; beber solamente vino; estar de acuerdo en presentar nuestra renuncia si llegábamos a emborracharnos en el trabajo; salir de viaje; dejar de salir de viaje; jurar o simplemente prometer que no volveríamos a beber; hacer más ejercicio físico; leer obras literarias adecuadas para encontrar motivación; pasar algún tiempo en una finca de reposo en el campo o en alguna clínica; estar de acuerdo en recibir tratamiento psiquiátrico. La lista podría aumentarse hasta el infinito.

No nos gusta declarar que una persona es alcohólica; usted mismo puede elaborar su propio diagnóstico:

Entre al bar más cercano y vea si puede beber razonablemente. Asimismo, ensaye beber y detenerse súbitamente. Repita el experimento varias veces. Pronto sabrá a qué atenerse si es honesto consigo mismo. Quizás valga la pena arriesgarse a padecer un brutal acceso de temblores, con tal de saber con seguridad cuál es nuestro estado.

Aunque no estemos en condiciones de comprobarlo, creemos que la mayoría de nosotros habríamos podido poner fin a nuestro mal hábito desde el principio. Sin embargo, pocos alcohólicos desean verdaderamente dejar de beber cuando aún es tiempo. Hemos tomado algunos casos de individuos que, a pesar de la manifestación indudable de todos los signos de alcoholismo, tuvieron éxito al no beber durante mucho tiempo gracias a un poderoso deseo de dejar de hacerlo.

Uno de nuestros fundadores nos da su reseña:

En el hospital me separé del alcohol por última vez. El tratamiento parecía ser el indicado, ya que yo mostraba síntomas de delirium tremens.

Después, yo me ofrecí humildemente a Dios, tal como lo concebí, Le pedí que dispusiese de mí como Él lo deseara. Me puse sin reservas bajo Su cuidado y dirección. Admití por vez primera que por mí mismo yo no era nada; que sin Él estaba yo perdido. Sin reservas encaré mis pecados y estuve de acuerdo en que mi nuevo Amigo los extirpase. Desde entonces jamás he vuelto a beber.

Mi antiguo compañero de escuela me vino a visitar y le hice saber todos mis problemas y todas mis deficiencias. Hicimos la lista de personas a quienes en alguna forma yo les hubiese causado un daño o hacia quienes yo nutría rencores. Me mostré enteramente dispuesto a encontrar a esas personas y a admitir mis errores, sin jamás juzgarlas. Yo iba a corregir todos mis errores lo mejor que pudiese.

Debía poner a prueba mi pensamiento mediante la conciencia de la presencia de Dios en mí. El sentido común iba a ser sustituido por la guía divina. ¿Cómo? Cuando tuviese dudas, me sentaría tranquilamente y pediría solamente que me fuesen dadas la fuerza y la luz para atender mis problemas en la forma en que Dios lo quisiese. Jamás debería rezar para mí, sino para pedir ser más útil a los demás. Solamente así podría esperar ser correspondido. Pero, en tal caso, sería correspondido abundantemente.

Mi amigo me prometió que cuando se realizaran estas cosas, viviría yo un nuevo género de relación con mi Creador; que tendría en mis manos los elementos de un modo de vida que traería la solución a todos mis problemas. Esencialmente, era suficiente creer en el poder de Dios y estar dispuesto, con toda humildad y con toda honestidad, a establecer y a mantener este nuevo orden de cosas.

Simple, pero no sencillo; un precio habría de pagarse. Aquello significaba la destrucción de mi egocentrismo. Debía de poner todas las cosas en manos del Padre de la Luz que reina sobre todos nosotros.

Estas proposiciones eran a la vez que radicales, revolucionarias; pero, a partir del momento en que las hube aceptado, el efecto fue electrizante. Tuve una impresión de victoria, seguida por una sensación de paz y serenidad como jamás la había experimentado. Tenía una confianza plena. Me sentí transportado, tal como si el tonificante viento fresco de las montañas me hubiese envuelto. A la mayoría de los seres humanos, Dios se le manifiesta poco a poco, pero Su encuentro conmigo fue repentino y profundo.

Otro de nuestros compañeros fundadores nos da también su reseña:

Al momento en que escribo esto han pasado cuatro años desde aquel día en que bebí la última copa en mi vida.

La pregunta que naturalmente podía surgir en vuestra mente es esta: «¿Qué diferencia está tras aquello que ese hombre dijo o hizo y aquello que otros os habían dicho o hecho?» Es necesario recordar que yo había leído mucho y hablado con todos aquellos que sabían o creían saber algo en materia de alcoholismo. Pero esta vez me encontraba frente a un hombre que vivió los largos años la espantosa experiencia de beber, que había conocido todas las experiencias por las cuales pasa el bebedor pero que habían sido curadas con los mismos medios que yo había tratado de usar, esto es con los principios espirituales. El me dio información sobre el alcoholismo que me fue ciertamente útil. Pero bastante más mportante fue el hecho que él fue el primer ser humano con el cual hubiese yo hablado, que había por experiencia personal aquello que decía cuando hablaba de alcoholismo. En otras halabras, él hablaba mi mismo idioma. El conocía todas las respuestas y ciertamente no por haberlas leído en alguna parte.

Es un maravilloso don, inmensamente grande, ese de haberme liberado de la terrible maldición que me había condenado toda la vida. Mi salud es ahora buena y yo he vuelto a encontrar el respeto de los míos y el respeto de mis colegas. Mi vida familiar es ideal y mis negocios van bien por cuanto es posible en estos tiempos inciertos.

Paso gran parte de mi tiempo transmitiendo eso que he aprendido a los que lo deseen y que tengan una gran necesidad.

Lo hago por cuatro motivos:

    1. Por un sentido del deber.

    2. Porque es para mí un placer.

    3. Porque al hacerlo así pago mi deuda de gratitud hacia quien gastó su tiempo para transmitirme su mensaje.

    4. Porque cada vez que lo hago me aseguro una mayor garantía contra una posible recaída.

Diversamente de la mayor parte de nuestros miembros, yo no pude liberarme del deseo obsesivo del alcohol durante los primeros dos años y medio de abstinencia. Me acompañó casi siempre. Mas nunca estuve en el punto de ceder. Me sentía terriblemente infeliz cuando veía a mis amigos beber y saber que yo no podía hacer lo mismo. Pero pude llegar a convencerme que una vez tuve el mismo privilegio, mas abusé de él tan terriblemente que el mismo me fue arrebatado. Por eso no tengo razón en lloriquear por esto, ya que, después de todo, nadie tuvo que atarme para vaciar en mi garganta el alcohol.

Si usted piensa ser un ateo, un agnóstico, un escéptico o si tiene una especie de orgullo intelectual que le impida aceptar lo que este libro contiene, lo lamento por usted. Si aun piensa el ser lo suficientemente fuerte para vencer solo la partida, eso es asunto vuestro. Pero si realmente y sinceramente siente tener necesidad de una ayuda, creemos tener una respuesta para usted. Ella no falla nunca, si usted pone la mitad del celo que ha mostrado sólidamente cuando se trata de procurarse otra copa.

¡Vuestro Padre Celestial jamás os abandonará!

updated / actualizado Nov10, 1997